18 de febrero de 2014

Trofeo Jules Rimet.


Esculpida por el artista francés Abel Lefleur en 1929, la Copa Victoria, que representaba a la diosa griega Nike, se puso en juego al año siguiente (Uruguay 1930) como trofeo máximo del fútbol mundial.

Los 3.800 gramos de plata esterlina bañada en oro, repartidos en los 35 cms de altura de la figura, fueron muy codiciados y pasaron por no pocas vicisitudes. Uruguay (1930 y 1950), Italia (1934 y 1938), Alemania (1954), Inglaterra (1966) y Brasil (1958, 1962 y 1970) fueron los seleccionados que lograron levantarla tras ganar la final que todo el mundo quiere jugar.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial (1939), la Copa Victoria descansaba en la caja de seguridad de un banco en Roma. Ante la expansión nazi en Europa, el presidente de la Federación Italiana y vicepresidente de FIFA, Ottorino Barassi, la sacó en secreto del banco, la puso en una caja de zapatos y la guardó debajo de su cama hasta el final de la guerra. Así la copa pasó escondida los años del Tercer Reich.

Al finalizar la guerra, el Congreso de la FIFA celebrado en Luxemburgo (1946) tuvo la idea de empezar a autohomenajearse y propuso cambiarle el nombre a la copa para pasar a llamarla “Jules Rimet”, el entonces Presidente que ejercía el cargo desde 1921 (hasta 1954), considerado artífice de la unión entre el Comité Olímpico Internacional y la FIFA que permitió los campeonatos olímpicos de fútbol de la década de 1920 y “autor intelectual” de los mundiales.

En 1966, durante la previa del mundial de Inglaterra, la Copa comenzó a ser mostrada al público. En el Westminster Central Hall se presentaba la Stampex (una muestra de estampillas coleccionables) y para generar atracción se decidió exhibir allí la Copa Jules Rimet.

La muestra comenzó el 19 de marzo con la copa vigilada por guardias de seguridad de manera constante. Sin embargo, al día siguiente y ante la sorpresa en las oficinas de la Football Association, la Jules Rimet desapareció. ¿Cómo explicar tal vergüenza? ¿Cómo decirle a la FIFA que la copa ya no estaba?

Con Scotland Yard a la cabeza de la investigación y la dirigencia británica en vilo, finalmente, el 27 de marzo un vecino que paseaba con su perro en el barrio de Norwood, dio con el trofeo más buscado de su país que estaba envuelto y tirado entre unos arbustos.

Los ingleses no querían pasar de nuevo por lo mismo y le pidieron permiso a la FIFA para hacer una réplica. A pesar de la inmediata negativa, realizaron una con metales más económicos. Cuando Inglaterra ganó el mundial ese año, el capitán Bobby Moore recibió la copa original, pero luego, para los festejos, fue reemplazada por la copia, aunque muy pocos lo sabían.

En 1970, tras el tricampeonato, el trofeo fue a descansar a la sede de la CBF de manera definitiva para erigirse desde Rio de Janeiro como el mayor orgullo del pueblo brasileño. Para tal fin, se había construido una caja con vidrio blindado que estaba amurada a una pared en una oficina de la Confederación de Fútbol. Los años pasaron y la Copa parecía segura allí; nadie podría suponer que una simple barreta podría generar la pérdida más grande que tuvo la historia de los mundiales. El 20 de diciembre de 1983 la Jules Rimet fue robada de la CBF. En el robo estuvo involucrado Juan Carlos Hernández, un traficante de oro de nacionalidad argentina.

Hasta el momento nada se sabe de la Jules Rimet. Se sigue suponiendo que fue reconvertida en lingotes, pero las sospechas de que descansa en alguna vitrina oculta siguen latentes.

La réplica secreta que fabricaron los ingleses en 1966 fue guardada por muchos años, hasta que en 1997 fue expuesta en una subasta. La FIFA participó de la misma y se hizo de la Copa tras pagar 254.000 libras esterlinas, suponiendo que estaban ante el trofeo original, aunque luego una serie de estudios confirmó que no lo era.

1 comentario:

WILDE dijo...

El papelón inglés no es que la hayan robado en Inglaterra sino el robo de la selección inglesa al levantarla como "campeón"...