15 de abril de 2012

FA Cup: Tottenham Hotspur 1 Chelsea 5


La soledad de Martin Atkinson

Chelsea goleó (5-1) a Tottenham por semifinales de la FA Cup. Resultado lapidario para el equipo de Bob Marley y Harry Redknapp (inminente entrenador de la selección inglesa?) que toma estas instancias de torneo como lugar habitual desde hace años.

Exagerada diferencia numérica aunque insoslayable superioridad de Chelsea (enorme partido de Drogba) pero con resultado puesto (?)

Con una oportuna genialidad, Didier Drogba pudo romper el férreo cerrojo al filo del entretiempo (´43). Tottenham se fue a los vestuarios con el golpe sin cicatrizar. Y apenas empezado el complemento, el árbitro Martin Atkinson convalida un gol (de Juan Mata) que nunca fue.


Acaso la arraigada cultura conservadora y verticalista vestida de corrección civilizada es la que provoca en Inglaterra las más inverosímiles y grotescas situaciones en los partidos de fútbol (y en otros ámbitos). Aquellos modos travestidos en educación y respeto que convierten en salvajismo malvisto las protestas a la autoridad, guardan bajo su fachada una extrema docilidad y sumisión al poder (?) muy bien instaurada e inculcada (desde tiempos remotos) en la isla.

Alarmados ante el desacierto, los jugadores de Tottenham (sobretodo el arquero Carlo Cudicini) salieron disparados al reclamo, exagerando en sus gestos, interpelando a un estadio colmado: ¡Eeeh! ¿nadie vio esto?

Pero la protesta, aun con la certeza del fallo, fue mínima. Es que no hay lugar en Inglaterra para apelar el dictamen de la autoridad, aunque la autoridad haya errado aun ante los ojos de 90.000 personas. Los jugadores continuarán su partido como si la ley de la naturaleza y la alineación de los astros les haya jugado una pasada desafortunada y los espectadores continuarán sentados comentando el hecho como otra circunstancia del destino. "Manifestación de civilidad".

Así, Tottenham herido, salió a buscar un descuento sabiendo que la tarde no venía con viento a favor.


La soledad de Martin Atkinson

Uno de los caracteres que (me) atraen de las novelas de Franz Kafka es el hecho de que con singular maestría el lector es introducido paulatinamente en el mundo interior del protagonista. Luego ambos, protagonista y lector, transitan juntos el sendero del mundo exterior como ignotos forasteros.

Protagonista y lector entran a un mundo donde todos saben (y se conocen), donde son mirados y observados como extraños visitantes… una especie de The Truman Show en busca de una venturosa salida.



Me lo recordó esta tarde, el amigo Martin Atkinson que, en el minuto 49, indujo (porque nunca pudo haberlo visto) que la pelota traspasó la línea del arco de Tottenham en medio de un berenjenal de piernas, incluso desatendiendo a su colaborador de línea que quedó inmóvil bandera en mano.

El inmediato festejo de los jugadores de Chelsea, luego acompañado por el grito de su parcialidad empujó a Atkinson (situado en ángulo dificultoso) a inferir gol (?). El auricular que lleva en su oreja quedó en silencio (?)


El partido siguió su marcha. Millones de testigos (TV) vimos (al instante) como ese hombre de negro, Martin Atkinson, quedaba en ridículo sancionando algo que nunca vio e infirió incorrecta e injustamente.

Paradójico ver luego como el hombre de negro, rodeado y visto por multitudes en la mayor de sus soledades, impone su postura corporal para exigir respeto ante las víctimas de su fallo invisible, señalando con firmeza y decidiendo como rey ante súbditos.

Chelsea desató (sólo) más tarde el nudo del partido y en los minutos finales, cuando la moral de Tottenham caía irrevocable junto con sus piernas, terminó goleando y clasificando a la final de la FA Cup.


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